
Ciencia y museos unidos
Las islas Canarias son conocidas mundialmente como «laboratorios naturales» debido a su biodiversidad única, y un reciente estudio científico ha vuelto a demostrar por qué. El equipo de investigadores, dirigido por el Dr. Pablo Aguado-Aranda, ha puesto bajo la lupa a unos pequeños habitantes de nuestras islas: las moscas de las flores del género Eumerus (unos insectos polinizadores conocidos como sírfidos). Gracias a su exhaustivo trabajo, que combinó el estudio morfológico (la forma de estos insectos) con modernos análisis de ADN, se ha descubierto que la diversidad de este grupo es mayor de lo que pensábamos. El resultado más emocionante ha sido el hallazgo de una nueva especie para la ciencia, bautizada como Eumerus macarius, la cual vive de forma exclusiva en la isla de La Palma.
Para lograr este descubrimiento, no bastó con ir al campo a buscar insectos; fue fundamental viajar al pasado a través de las colecciones científicas. Aquí es donde entró en juego el valioso patrimonio que custodia el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife. Los científicos utilizaron ejemplares conservados en la colección entomológica del museo para compararlos con los nuevos hallazgos, demostrando que los museos no son solo lugares de exposición, sino bancos de datos de la biodiversidad.
Este estudio, que ha permitido a investigadores del CIBIO (Centro Iberoamericano de la Biodiversidad) desvelar los secretos de las moscas Eumerus, es un ejemplo claro de por qué la colaboración institucional es crítica. Nuestro papel fundamental fue facilitar el acceso a nuestra colección entomológica, el gran "archivo biológico" que conservamos. Entendemos que esta no es solo una cortesía, sino una obligación esencial como gestores públicos del patrimonio natural de Canarias. Al poner a disposición estos ejemplares, que documentan la vida en las islas a lo largo del tiempo, no solo ayudamos a resolver complejos enigmas de clasificación biológica, sino que reafirmamos nuestro papel para que la investigación avance y protejamos mejor la biodiversidad única de la Macaronesia.
Finalmente, esta investigación tiene un valor incalculable para la ciencia canaria y la conservación de nuestro entorno. Al identificar correctamente qué especies tenemos y dónde viven, podemos protegerlas mejor. Además, el estudio alerta de que todas las especies endémicas de este grupo se encuentran en alguna categoría de amenaza. Por tanto, trabajos como este no solo satisfacen nuestra curiosidad científica, sino que son la herramienta básica para gestionar y cuidar el frágil equilibrio de los ecosistemas canarios frente a retos como la destrucción del hábitat o el cambio climático.

