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Retrato de Juan de Iriarte [12. 1995. 602]
La colección de pintura del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) está compuesta por obras de adquisición propia - donación o compra - y por obras en calidad de depósito, que se conservan en la quietud de sus almacenes o en el bullicio de las salas de la exposición permanente. A esta última casuística responde el retrato de Juan de Iriarte y Cisneros, personaje que forma parte de una larga lista en el panteón de ilustres personalidades canarias y cuya representación pictórica permite al Museo ilustrar diversos aspectos de su historia institucional, cultural, religiosa y económica.
Se trata de un óleo sobre lienzo firmado por Gumersindo Robayna Lazo y fue depositado en el MHAT por el Cabildo de Tenerife en 1993. La obra permite contextualizar el periodo histórico de la Ilustración junto a otras piezas como los carruajes de la familia Nava. El Museo no sólo da la posibilidad a los visitantes de recrearse en el arte y valores estéticos de las pinturas que expone sino, sobre todo, les atribuye la condición de documento tridimensional que facilita reconstruir un momento determinado del pasado. Además, este tipo de retratos permite introducir a sus personajes que, muy a menudo, quedan en el anonimato frente a los análisis socioeconómicos, más abstractos y dispersos. Juan de Iriarte (Puerto de la Cruz, 15 de diciembre de 1702 - Madrid, 27 de agosto de 1771), eminente latinista, bibliógrafo, lexicógrafo y poeta, aunque desarrolló toda su carrera en Madrid, ha sido vinculado a posteriori con la Ilustración de Canarias habitualmente representada por otros personajes como Alonso de Nava o como Viera y Clavijo.
Iriarte hizo gala de su intelecto en la Real Biblioteca durante cuarenta años, convirtiéndose en el primer jefe de colecciones manuscritas de dicha institución y trabajando codo con codo con los bibliotecarios mayores que ejercieron como tales durante el periodo en el que estuvo activo (véase Juan de Ferreras, Blas Antonio de Nasarre y Juan de Santander). Las labores cotidianas allí le permitieron plasmar sus conocimientos en una serie de obras que sentaron las bases de la moderna biblioteconomía y archivística española. Así, en 1729, los índices de los libros impresos de la institución se dieron a conocer, como herramienta de uso interno, en una obra manuscrita que se extendió a tres volúmenes, Bibliotheca geográphica y chronológica. Asimismo, a Iriarte correspondió el honor de publicar el primer catálogo conocido de este Centro: Regiae Bibliothecae Matritensis códices graeci manuscripti, finalizado en torno a 1749 pero no publicado hasta 1769.
Su erudición le llevó a desarrollar una vida como académico, posición que no le impidió emitir, de manera anónima, juicios críticos sobre las obras de su época en el Diario de los literatos, aportaciones que luego reunió su sobrino, de manera concentrada, en el libro Obras sueltas. Conservado desde ese momento en el ámbito familiar, buena parte de su patrimonio documental fue adquirido, en el siglo XIX, por el coleccionista inglés Thomas Phillipps para, en 1964, caer en manos del financiero Bartolomé March.
Su vinculación con el Archipiélago le vino dada habida cuenta de su parentesco con el dramaturgo y poeta Tomás de Iriarte. Eso al menos fue lo que debió pensar el pintor Gumersindo Robayna Lazo (1829-1898), a quien se ha relacionado habitualmente con la pintura canaria de carácter historicista pero que también desarrolló una faceta no tan bien conocida como retratista, centrándose en dar vida pictórica a nombres ilustres nacidos en las islas, filosofía cuyo paradigma puede encontrarse en el retrato colectivo que lleva por título A los hijos ilustres de Canarias, hoy expuesto en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. La representación de notables entronca con la pintura inspirada en temas históricos desarrollada en Canarias por Robayna, Isidoro González Romero y Manuel González Méndez, en el sentido de que esta producción pictórica era sostenida por un halo regionalista con ciertas connotaciones simbólicas. Las reflexiones artísticas en torno a una supuesta identidad canaria estuvieron estrechamente relacionadas con las reediciones - por parte de la Imprenta Isleña - de las obras de los historiadores de los siglos XVI, XVII y XVIII, véase el Padre Espinosa, Abreu Galindo, Agustín del Castillo o Viera y Clavijo; y, muy especialmente, con la reedición del poema de Antonio de Viana Antigüedades de las Islas Afortunadas (1604), quien transmite una visión bucólica, la del buen salvaje, a la vez que épica. Imbuido del espíritu de Viana, el escritor de origen francés Desiré Dugour estrenó el drama versificado Tenerife 1492 (1852), que vio la luz al año siguiente en la imprenta Benítez. En él, se muestra proclive al entendimiento entre la Corona castellana y los guanches, teniendo especial interés por las implicaciones ulteriores que va a tener en las teatrales pinturas de Gumersindo Robayna, quien se incorpora pronto al debate de asimilación del pasado escogiendo alguno de los momentos más destacados de la conquista de la isla del Teide en sus pinturas El desembarco, Fundación de Santa Cruz de Tenerife, la Primera misa en Tenerife y la Batalla de Acentejo.
En este fervoroso ambiente patriótico cabe encuadrar el retrato de Juan de Iriarte, prócer nacido en Canarias que demostró estar a la altura de la mayor élite intelectual del momento, convirtiéndose en un auténtico símbolo de las capacidades de la sociedad de las islas, aunque apenas tuvo vínculo con ellas. Sin embargo, entre sus papeles fueron encontrados los borradores de una historia y bibliografía de Canarias que nunca llegaron a publicarse.
Para realizar el retrato de Juan de Iriarte (1884), Gumersindo Robayna tomó como modelo un grabado de Manuel Salvador Carmona, con dibujo previo realizado por Mariano Salvador Maella, quien, en 1774, realizó una aguada de lápiz negro de 188 mm x 136 mm, hoy conservada en el Museo Lázaro Galdiano. Se trata de un retrato de busto insertado dentro de un medallón formado por una guirnalda de laurel sostenida por la musa Clío con su mano izquierda mientras que, con la derecha, sostiene la trompeta de la fama. Arriba, a la derecha, un angelote sostiene una corona de laurel sobre el efigiado mientras que, en la parte baja, otro señala un libro abierto representado sobre un arpa. Algunos especialistas consideran que dicha aguada puede haber sido el dibujo preparatorio realizado por Maella para la estampa grabada por Manuel Salvador Carmona que sirvió de ilustración a Obras sueltas (1774) de Iriarte. En cualquier caso, no debemos olvidarnos de la relación que existió entre este cuadro y la escultura en yeso sobre Iriarte que formó parte, en 1894, de la exposición organizada en la capital tinerfeña por la Sociedad Económica de Amigos del País.
El retrato de Juan de Iriarte - con peluca blanca y casaca roja sobre fondo verde oscuro- formó parte de la pinacoteca de una popular sociedad cultural santacrucera que respondía al nombre de Gabinete Instructivo, acompañando a otras obras del autor, véase el abate Viera y Clavijo, Ruiz de Padrón, Teobaldo Power, Sabino Berthelot y Clavijo y Fajardo, colección que dio pie a Patricio Estévanez para concebir una “Galería de Retratos de Canarios Ilustres”, pues consideraba insuficiente que muchos de aquellos fueran exclusivamente utilizados con el objetivo de ilustrar las biografías de personalidades canarias célebres en la revista la Ilustración de Canarias, idea que transmitió en carta escrita a Luis Maffiotte, en 8 de julio de 1887. La galería nunca llegó a materializarse. En la pinacoteca del Gabinete Instructivo también figuraba otro retrato pintado por Gumersindo Robayna, el de Alonso de Nava y Grimón, atribuido erróneamente por Patricio Estévanez, en la carta a la que aludíamos anteriormente, a Jorge de Cámara, cuya vinculación al cuadro debemos buscarla en que ejerció exclusivamente como donante de la referida institución. Tanto el retrato de Alonso de Nava como el de Iriarte, en un tránsito de propietarios que les confieren nuevos significados, acaban formando parte de las colecciones del Museo y, de ese modo, también de la memoria colectiva.
Para saber más:
- Alloza Moreno, Manuel Ángel (1981). La pintura en Canarias en el siglo XIX. Aula de Cultura de Tenerife.
- Boix, Félix (1922). “Exposición de dibujos originales, 1750 – 1850”. BLASS, nº 337.
- Camps Cazorla, Emilio (1950). Inventario del Museo Lázaro Galdiano. Madrid.
-Carrete Parrondo, Juan (1989). El grabado a buril en la España Ilustrada: Manuel salvador Carmona.
- Fraga González, María del Carmen (1993), Robayna. Gumersindo y Teodomiro Robayna. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.
-Gaviño de Franchy, Carlos (2011). “Algunas estampas iconográficas en libros y revistas canarios”, Gaviño de Franchy editores.
- Hernández Socorro, María de las Reyes et al. (2009). El despertar de la cultura en la época contemporánea. Artistas y manifestaciones culturales del siglo XIX en Canarias. Tomo V. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.
-Mano, José Manuel de la (2011). Mariano Salvador Maella (1739 - 1819). Dibujos. Catálogo razonado. Fundación Botín.
- Morales y Marín, José Luis (1996). Mariano Salvador Maella. Vida y obra. Ediciones Moncayo. Zaragoza.
- Pérez Sánchez, Alfonso Emilio (2005). Pintura española de los siglos XVII y XVIII en la Fundación Lázaro Galdiano. Madrid.
-Poggi y Borsotto, Felipe (2004). Guía Histórico - Descriptiva de Santa Cruz de Tenerife. Organismo Autónomo de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
-Sánchez Mariana, Manuel: “Juan de Iriarte y Cisneros”. Diccionario Biográfico: Juan de Iriarte y Cisneros. Real Academia de la Historia.

