Registro de salida: «Catalejo»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
 
 

Hoy: Catalejo [12. 2002. 1068]


La pieza que protagoniza en esta ocasión la sección REGISTRO DE SALIDA es de origen inglés, del siglo XIX y consta de cinco cuerpos, tres extraíbles hacia detrás y uno hacia delante, completamente metálico (aleación de cobre), con el grabado “G. Bracher, London, Day or Night. C. 1830”. Tiene 83 cm. de largo totalmente desplegado y fue encontrado en Cueva Roja en La Matanza, un sitio que se utilizaba como lugar de vigía.

El catalejo es un instrumento óptico empleado para ver de cerca objetos lejanos. Comprende, como el telescopio, un objetivo óptico y otro ocular y están colocados en un tubo que puede ser corredizo o fijo. Si bien el catalejo es, aparentemente, de tamaño mucho menor que un telescopio ya que son ligeros y simples de transportar, lo cierto es que ambos tienen un origen común, es decir, cuando hablamos de un catalejo estamos hablando, a la vez, de un telescopio. Se trata del mismo instrumento, aunque se diferencian por sus alcances y para qué se dedican: uno para estudiar las estrellas y el otro para otear el horizonte u observar un objeto. En comparación a un binocular, un catalejo siempre y en todo momento va a tener más potencia debido a que posee mayor distancia focal1 .

Precisamente, el primer instrumento de observación distinto del ojo fue el catalejo astronómico o telescopio. Se trataba de un conjunto de dos lentes, uno bastante grueso que concentraba los rayos de luz en un punto llamado foco y, otro más pequeño, que actuaba como una lupa y permitía observar la imagen minúscula del objeto que se formaba en el foco.

Aparecido entre el siglo XVI y el XVII, su invención ha sido atribuida generalmente a Hans Lippershey, un fabricante de lentes alemán, que lo habría patentado en octubre de 1608. Sin embargo, algunos indicios importantes vendrían a desmentir tal hecho. En 1959, un trabajo de investigación de José María Simón de Guilleuma (1886-1965) presentaba pruebas que señalaban que el fabricante de anteojos de origen francés y afincado en Gerona (España), Juan Roget, era el inventor del telescopio, antes de Lippershey, y que los fabricantes de anteojos neerlandeses habían copiado su dispositivo. Guilleuma se basaba en una referencia de un libro publicado en 1618, Telescopium: sive ars perficiendi novum illud Galilaei visorium instrumentum ad sydera in tres partes divisa (Telescopio, o la técnica y sentido de la nueva visión de Galileo de las estrellas, en tres volúmenes) del italiano Hieronymi Sirturi Mediolanensis (conocido como Girolamo Sirtori de Milán), en la que el autor describe una reunión en 1609 en Gerona, con un fabricante de anteojos, un «viejo marchito» llamado Roget, que sostenía haber inventado el telescopio.

Frederic Maignet, en su libro "Apuntes sobre los cuatro grandes astrónomos", también escribe lo siguiente: «...Preciso es decir que este magnífico instrumento, que debería marcar época en la historia de la astronomía, era conocido como objeto de curiosidad en el siglo XVI. Un español llamado Roget los había construido con toda perfección, y el mérito de Galileo sólo consistió en aplicarlo a las observaciones astronómicas».

Otro autor, Nick Pelling, corrobora los trabajos anteriores, desvelando el entramado que llevaría la idea del telescopio desde Roget, hasta Lippershey, quien lo patentaría finalmente el 2 de octubre de 1608. Sin embargo, dos semanas después, el 14 y el 18, dos paisanos suyos, Jacob Metius y Zacarías Jansesn, acudían al registro con artilugios similares. El hijo de este último, contaría cómo su padre copió el invento de otro que había comprado y que databa de 1590, aunque este ejemplar se encontraría roto. Pero la búsqueda de piezas para la confección de una copia y su presencia en la feria de Fráncfort, en la que se presentaban anualmente libros y novedades científicas, difundiría su existencia hasta el punto que Hans Lippershey, acabaría presentando el artilugio al príncipe holandés Mauricio de Nassau, el 25 de septiembre de 1608.

Estos tres autores, Nick Pelling, José María Simón de Guilleuma y Frederic Maignet, apuntan a que el verdadero primer inventor sería Juan Roget, que habría fabricado más de un modelo con anterioridad a las fechas de su presentación en Holanda, al menos, uno fechado en abril de 1593, que era definido como “ullera de larga guarnida de llautó", (“un largo catalejo/telescopio de latón”) y otro, el 5 de septiembre de 1608, registrado en una subasta de los bienes de Jaime Galvany, entre los cuales se cuenta una "ullera de llauna per mirar de lluny", ("un catalejo/telescopio para mirar de lejos")2 .

El catalejo astronómico daba una imagen aumentada del objeto gracias a la combinación de sus lentes. Permitía observar planetas o nebulosas con todo detalle y poner de manifiesto características invisibles a simple vista. Es gracias a esto que, Galileo, el primer astrónomo que utiliza un catalejo, estuvo en condiciones de hacer múltiples descubrimientos, desde los relieves de La Luna hasta los satélites de Júpiter. Este investigador, tras conocer la existencia de tal instrumento, confeccionó el suyo propio, mejorando la versión original tras un tiempo de prueba y error.

Tras los descubrimientos de Galileo, en 1611, Johannes Kepler inventó el llamado telescopio kepleriano, que consistía en la aplicación de dos lentes convexas. Este telescopio mejoraba mucho en términos de aumento de la imagen, pero ofrecía el problema de mostrar la imagen al revés. Sin embargo, la trascendencia de sus avances fue tal, que se le conoce como el padre de la óptica moderna. Nuevamente, en 1655, Christian Huygens mejoró todavía más el catalejo y construyó el más grande hasta entonces, de casi 4 metros, con el que descubrió Titán, la luna de Saturno. Finalmente, en 1688, Newton, aplicaría espejos en lugar de lentes, dando lugar al telescopio reflector, ideas que ya se habían considerado con anterioridad, incluso, por el mismo Galileo. A partir de aquí, la óptica seguiría mejorando, haciendo de los telescopios instrumentos cada vez más y más potentes.

Más allá de su interés astronómico, lo cierto es que los catalejos se convirtieron rápidamente en piezas de gran valor en otros ámbitos como el naval, la vigilancia, el mundo militar, etc. No sólo permitía la observación en la lejanía de puertos, costas, obstáculos u otros navíos, sino que la posibilidad de ver al enemigo desde la lejanía, lo configuraba como un instrumento desequilibrante en la batalla, puesto que el estar preparado antes que el enemigo, suponía una gran ventaja3.


1. https://clubtelescopios.info/articulos-de-interes/catalejo-o-telescopio/

2. El Mundo.es. Ciencia y ecología. El inventor del telescopio fue un español. Actualizado lunes 5/09/2008 https://www.elmundo.es/elmundo/2008/09/15/ciencia/1221468578.html

3. https://www.decoracion-marinera.es/blog/catalejos