Separar la paja del centeno II: «El Bicho»

Separar la paja del centeno

 
 

El Bicho


En esta actividad el relato y la noticia falsa cobran protagonismo; pero su finalidad es meramente lúdica y educativa –y más en los tiempos que corren–, siendo su único propósito el entretenimiento, despertar la imaginación y el espíritu crítico. Aprender a discernir lo que es real frente a lo que no y, sobre todo, separar la paja del centeno (o grano).

Contempla la imagen, lee el texto y sigue las instrucciones; porque, a veces, las cosas no son lo que aparentan y quitando el ornamento podrás darte cuenta que subyace otra realidad.

Dicen que sucedió hace bastantes lustros. Una tarde cualquiera de un día como otros tantos en la floreciente ciudad de Santa Cruz de Tenerife.

Los primeros en percatarse de su presencia fueron los pescadores que habían llegado cargados con los frutos de su sacrificado trabajo y comentaban en los guachinches que aquella aberración de la naturaleza avanzaba por el mar en dirección a la urbe. Mientras tanto, las autoridades telegrafiaron a todas las localidades de la isla para que la población acopiase víveres y se mantuviese recluida en sus domicilios hasta nuevo aviso. Y así lo hicieron…

A la mañana del cuarto día de clausura, un sordo y rítmico retumbar (como de grandes zancadas), comenzó a ser escuchado desde la zona oriental de la bahía. La gente buscó refugio dentro de sus propios refugios: unos en los armarios, otros en las buhardillas y sótanos, y los que menos en sus angostos arcones. Arcones de tea con olor a historia. Y el tiempo pasó. Los minutos se convirtieron en horas y las horas en días. Nadie, absolutamente nadie, se movió de su sitio, pues temían que con sus ruidos el bicho se abalanzase sobre ellos y quizás se los comiese. Muchos lo imaginaban enorme, verde y escamoso. Otros como un ogro sacado de los cuentos de Calleja. También había quien lo figuraba como un ser recién salido de una novela de Lovecraft. Sin embargo, todos coincidían en su malignidad, como si se tratase de una materialización de sus miedos más recurrentes.

La noche del decimoséptimo día de confinamiento, una osada mujer salió a la calle. Bajó muy decidida en dirección a la Plaza de la Constitución y en la penumbra pudo ver sobre el embaldosado de basalto una gigantesca pila de libros –de tamaños y formatos dispares– con una nota manuscrita a su pie. Muy determinada, cogió el papel y perpleja leyó lo siguiente: Aquí os dejo los volúmenes de vuestra existencia. Miles de páginas en blanco para llenarlas con vivencias y propósitos para un futuro en armonía con el mundo que os rodea. La mujer sonrió a la luna que rielaba en el mar, hilos de plata que trazaban la palabra “Esperanza”.

Ahora, hagamos un ejercicio mental, extrayendo el elemento “absurdo” de esta instantánea e intentando dar respuesta a las siguientes preguntas (busca ayuda si lo estimas necesario):

  1. ¿En qué época se desarrolla esta escena?
  2. ¿Conoces el nombre del desaparecido barrio cuyas viviendas aparecen en primer plano?
  3. Fíjate en el espigón del muelle ¿Recuerdas cómo se llamaba la emblemática grúa que ayudó a su construcción?
  4. ¿El lugar está bien comunicado?
  5. ¿Qué medios de propulsión y qué combustible sólido se utilizaba?
  6. ¿Crees que en la actualidad estamos pagando las consecuencias de su utilización?
  7. ¿Con qué finalidad se pudo haber hecho esta fotografía?


Acto seguido, introduce de nuevo el elemento “absurdo”, contesta a las mismas preguntas planteadas, dejando volar tu imaginación.

Ya tienes los ingredientes básicos para crear dos historias: una basada en hechos verídicos y contrastados, frente a otra donde la inventiva cobra protagonismo.

Déjanos la propuesta que quieras y comenta las que vayan apareciendo, generando (si se puede) un debate virtual.

didacticamha@museosdetenerife.org