Registro de salida: «Barómetro»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
 
 

Barómetro [12. 1997. 130]


La colección de Medio Ambiente del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHA) comprende, por un lado, una selección de expedientes administrativos que testimonian la actividad de diferentes instituciones vinculadas al servicio forestal y, por otro, el instrumental propio utilizado en las actividades inherentes a la ingeniería de montes.

Destaca un barómetro aneroide de Hottinger (número de serie 3793) fabricado en torno a 1901 por F. et Cíe. París siguiendo el diseño de Goldsmith e importado por Recarte y Cía., en aquellos momentos la firma importadora de objetos topográficos, geodésicos, ópticos, matemáticos, físicos y químicos más importante de España, cuya sede y almacenes se ubicaban en las madrileñas calles de la Carrera de San Jerónimo y Echegaray, respectivamente.

Se trata de un barómetro de nivelación, habitualmente utilizado para medir la presión estática atmosférica, es decir, la fuerza por unidad de área ejercida sobre la superficie en ausencia de movimiento de aire, lo que lo convierte en el instrumento idóneo para calcular el desnivel existente entre dos puntos cuando las diferencias de elevaciones son grandes en las zonas montañosas, permitiéndole medir la presión atmosférica en cada uno de ellos basándose en el fenómeno de que ésta disminuye al aumentar la altura respecto al nivel medio del mar.

El barómetro aneroide de Hottinger es la versión perfeccionada del barómetro concebido en 1642 por Evangelista Torricelli, primer científico que logró medir la presión atmosférica y cuyas ideas fueron llevadas a la práctica por Pascal en el monte Puy de Dome. Pero a diferencia de aquel, el barómetro aneroide, inventado por Lucien Vidie hacia mediados del siglo XIX, no utiliza el mercurio para realizar las mediciones de presión atmosférica sino que, en cambio, indica las variaciones que ésta experimenta captando las deformaciones más o menos grandes de aquella en una caja metálica circular de superficie estriada conocida popularmente como “cámara de vacío”, fabricada con paredes de berilio y cobre, cuyas propiedades elásticas facilitan el que en su interior se haga el vacío más absoluto. En la parte esférica protegida por un cristal se insertan dos tablas paralelas, una de ellas referida a la temperatura y la otra a la graduación, oscilando esta última entre los 500 y los 800 mm.

La colección de Medio Ambiente del MHA, especialmente en su vertiente archivística, testimonia la historia de los montes del Archipiélago desde finales del siglo XIX, antes incluso de que entrara en liza la insigne figura de Esteban de Salazar y Cólogan, conde del Valle de Salazar, cuya fundación homónima comenzó a forjarse en 1936, la cual, bajo el patronazgo de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes de Madrid, promovió la repoblación forestal por todo el país. Precisamente, el barómetro aneroide, así como otros objetos tridimensionales pertenecientes a la referida colección, debe ubicarse en los tiempos de Esteban de Salazar. En Canarias, y más en concreto en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, el legado intelectual del conde fue retomado por Ortuño, y, sobre todo, en tiempos del Distrito Forestal de Tenerife, por los ingenieros de montes Leoncio Oramas, José Antonio Oramas, Marcos Peraza y José María Galán.