Registro de salida: «Máquina para reparar medias «Clipper»»

Registro de salida

Este término, muy habitual en el argot del mundo de los museos para indicar que las piezas se mueven (del almacén o las salas expositivas hacia otro lado), lo usamos ahora desde el Museo de Historia y Antropología de Tenerife para hacerte llegar digitalmente algunos de sus fondos.
 
 

Máquina para reparar medias «Clipper» [23. 2020. 221]


Aunque esta nueva entrega de «Registro de salida» te pueda evocar, debido a su nombre, aquel legendario refresco fabricado en Canarias, resulta que es un objeto de naturaleza bien distinta, aunque justo de la misma época: los años 50 del siglo XX. Se trata de un aparato fabricado para reparar los rotos o «carreras» de las medias, concretamente el modelo «CIipper Tipo A» , ideado para adaptarlo a las máquinas de coser. Éste es de tipo mecánico como se indica en su catálogo, donde se destacaba la aplicación rápida del mismo al cabezal de la máquina de coser, así como su solidez y la velocidad que podía alcanzar de 2 000 revoluciones por minuto, al igual que una máquina eléctrica. A esta máquina (creemos que de patente USA, tal y como se puede observar en la etiqueta del cuerpo principal, pero fabricada en España) se le aplica una aguja de patente española de la marca Saeta ideada por el italiano Felix Garaventa, que tenía su sede en la calle Aragón en Barcelona.

La máquina posee su caja original, de madera, revestida de materia textil negra con asa de cuero y cierres metálicos. Su interior aparece compartimentado y contiene:

- El cuerpo principal en forma de huso (a modo de bomba neumática), que posee por uno de sus lados el soporte para ajustarlo a la máquina.

- Una manguera de goma marrón, que se ajusta a la bomba en un extremo y en el otro a la aguja que realiza la tarea de cosido o reparación.

- Otra parte a modo de vaso o estructura redonda y plana, de madera rematada en su parte alta por un cuello metálico hueco, donde se apoya la media a reparar.

- A estos elementos principales le acompañan una pequeña botella de aceite, pues para el buen funcionamiento de la aguja es fundamental su limpieza y lubrificación, así como una caja de bobinas de hilo de los colores principales en los que se fabricaban las medias de la época y sus distintos tonos.

Llega al museo formando parte de un extenso legado en el que no faltaba la máquina de coser asociada y la mesa en la que se apoyaba. Se utilizaba para la reparación de las medias de la familia, aunque también existían costureras que, aparte de dedicarse a la confección, ofrecían el servicio de reparación o remallado de medias para el público en general, adquiriendo este pequeño aparato y contribuyendo así a tener una fuente más de ingresos en la economía familiar.

El dispositivo Clipper se publicitaba a sí mismo bajo la premisa de tener un precio «tan módico que se puede amortizar en un mes» asegurando que se podía obtener una ganancia de «cincuenta pesetas diarias, sin ningún gasto», permitiendo así la entrada de dinero adicional en el hogar. De la misma manera, debido a la simpleza del aparato, permitía distintas formas de acople a las máquinas más comunes del momento para su accionamiento y adaptación, como las máquinas tipo «Singer», pudiendo montarse, además, en menos de un minuto. Este motor está diseñado por tanto para la integración de este colectivo, el de las costureras, en el mercado laboral, facilitándoles obtener una remuneración mediante la realización de este oficio.

Se tiene constancia de personas que recuerdan en Santa Cruz, en concreto en la calle Callao de Lima entre los pabellones militares y la plaza Irineo González, llegar a ver un cartel en alguna de las casas que rezaba: Se cogen puntos de media.

Este curioso, raro y pequeño aparato (su cuerpo mide apenas 24 cm. de largo) que forma parte de la colección de Indumentarias, artes y tecnologías textiles, no sólo reparaba medias de nailon o nylon -fibra con la que se comenzaron a fabricar las medias alrededor de 1940 en Estados Unidos-, sino también las confeccionadas con hilo de seda, en una época en la que la mayoría de los artículos se fabricaban para que duraran «toda la vida».